Graduación de mi hijo Carlos

Son demasiadas las palabras que me vienen a la memoria, por tantos momentos de dudas y situaciones que en un momento dado pudieron poner en duda que podía llegar este momento. Ahora, reconozco que me siento fascinado y enormemente feliz, por haber podido aportar mi grano de arena a que mi hijo Carlos Alberto. Siempre supe de su gran valor, incluso muy por encima del que el mismo se atribuye, pero lo sucedido el pasado viernes es algo más que una graduación. Pude ver y sentir la clase de persona en la que se ha convertido, que iguala con mucho e incluso supera, si es posible, la que ha alcanzado en el nivel académico de: Matrícula de Honor. 

Sí. Se graduaba la 8ª promoción de Sistemas Microinformáticos y Redes y en palabras de la propia dirección del centro, así como de su tutora y del resto profesores, me hicieron sentir la enorme consideración y respeto de los que se ha hecho valedor, por sus propios méritos. Me lo definieron como estudioso, colaborador, compañero, amigo, dispuesto, entregado, cooperador y otros muchos etc…; me sentí de tal modo que me resulta complicado explicarlo. Pero es que además, pude sentir de cerca, muy de cerca, la amistad y el respeto que tanto como ya he dicho, sus profesores, como los propios compañeros le tienen. Nadie, absolutamente nadie, ha puesto en duda que se trata de una persona singular y difícilmente equiparable. La directora del centro llegó a comentarme que jamás en su historia de profesora se había encontrado con un alumno de la calidad de Carlos, en todos los sentidos.

Su calificaciones, no pueden ser mayores ni mejores ya que ha finalizado el ciclo con calificación de 10 en todas las asignaturas lo que ha contribuido, por unanimidad del claustro de profesores, a que se le haya concedido, la primera Matrícula de Honor que se concede en las ocho ya generaciones de ciclos de microinformática y redes. Desde que se instauró este ciclo, nadie antes había sido merecedor de una Matricula de Honor.

Pero deseo terminar insistiendo en que para mí, en mis adentros, lo que realmente me hizo imposible contener las lágrimas, fué la matrícula de honor que le han concedido como persona, profesores, alumnos y amigos.

Reconozco que yo siempre he tenido ese concepto de él, pero ver que el resto lo reconoce me hace sentir que no es solo «pasión de padre». Sé que para él ha sido complicado y en muchos momentos difícil, pero hasta él, ahora, reconoce que ha merecido la pena.

Le decía en otra publicación, que mi amor, lo ha tenido siempre, ahora además me uno a todos los que le tienen un enorme respeto como una gran persona que es. Hoy me siento con una inmensa felicidad al poder ver que mi labor como padre formador, ha tenido sus buenos frutos. Tan solo desearle que la vida no lo castigue demasiado para darle la oportunidad de poder demostrar a el resto del mundo, su gran valía en su profesión y la gran persona en la que se ha convertido.

Felicidades Carlos. Enhorabuena. Te deseo puedas alcanzar todos los triunfos que puedan caber en la misma alforja en la se pueda meter el valor de tu infinita persona.

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