Mirando al mar, soñé…

Me encuentro solo, con mis recuerdos, mirando al mar, e intentando repasar cada uno de los puntos que me ha llevado hasta aquí. No. Rotundamente no. No han sido mis anhelos ni mis perspectivas, ni siquiera mis inquietudes las que me han dejado desparramado sobre la arena, como deja el mar una de esas olas recurrentes. No tan solo me siento perplejo ante lo que es el comportamiento humano. Entiendo, desde hace ya mucho tiempo, que el modo de estructurar las ideas y los deseos por parte del mundo femenino, dista en mucho de cómo lo hacemos los del sexo opuesto, pero, en la mayoría de las ocasiones se obtienen resultados positivos, del entendimiento por parte de la razón o del corazón.

Entonces, porqué me encuentro con esa zozobra en mi interior, que se hace superior a mi propio yo, sin entender nada de lo que me sucede. Tengo convencimientos al respecto de lo que siento, tengo convencimientos de lo que siente y sin embargo ni la razón ni en corazón, cobran el umbral para componer algo que existió y existe.

Cómo entender la autodestrucción. Cómo entender la necedad de aislarse de alguien, para olvidar. Pero, olvidar, que, el amor, las caricias, la entrega, el sinvivir por agradar, el complacer, el susurrar, el abrazar,…; qué daño puede tener en su interior la persona, para que el producto de tantas entregas sin respuesta, deban de ser pagadas por la única persona que deseó estar a su lado, para tan solo, ayudarla en su desdicha.

Pero, desdicha de qué o de quien. necesidad de que, la respuesta nunca fué fácil cuando alguien se encierra en su interior, sin dar rienda suelta a sus propios sentimientos, ni siquiera con las personas a las que asegura, ama.

El daño en las relaciones, siempre es cosa de dos, pero también lo es la recompensa de saber que tienes a tu lado a alguien que es capaz de soportar todos tus momentos y so hace, quizás no fácil, pero resultante, la reconciliación. Solo la desventaja que la añoranza de tiempos anteriores o cargas de mochilas anteriores, provocan en nuestro estado de ahora, hacen imposibles las esperanzas, pueden justificar la intransigencia de sueños futuros fundamentados, con limpieza de corazón.

Si. Vuelvo a tomar los recuerdos, y no veo en ellos, grandes motivos para que terminase algo que cobró muy probablemente, demasiada importancia, para mí, pero que quizás también, despertaron demasiadas expectativas, que requirieron de demasiadas falsas situaciones, para justificar, simplemente no continuar.

Al final, muy probablemente nos juntamos dos cobardes. La una por no ser capaz de aceptar el compromiso de una nueva vida, el otro, por no ser capaz y como en tiempos pretéritos, cogerla fuertemente por los brazos, y sin mediar palabra, con un abrazo espectacular, decirle: eres mía, y como en una película en blanco y negro, cerrar el objetivo mientras se funden en un beso encendido de amor.

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