Lugares emotivos

El día lo hacía apetecible y volví a mi rincón emblemático. Es ese lugar en el que sientes que las fuerzas de la naturaleza te atraen y consigues recomponer todo tu interior con nuevas energías que emanan de la confluencia de no se sabe que influjos. Mis creencias en cuanto a dioses no es exactamente ortodoxa, pues en realidad estoy más con el concepto de la unidad cósmica en la que cada uno somos una ínfima parte de ese Dios, y aquí en la tierra moldeamos nuestra existencia con la ayuda de otros influjos como las energías de Yemaya o la espiritualidad de Buda.

Digo todo esto, porque en este rincón del sur de la isla de Tenerife, he encontrado siempre esa confluencia de fuerzas que hacen que sientas como laten todos tus sentidos e incluso llego a notar una sobrecarga magnética que me acelera, pero que también responde y resuelve mis conflictos y secretos.

Probablemente, si alguien llega a leer este post, cuando lea lo siguiente, se reirá y lo entiendo, ya que yo mismo nunca le he encontrado explicación. Cuando sentado junto al mar, le cuento a el mar, mi Yemaya, mis inquietudes, la forma que tiene de darme su aquiescencia es provocando que en donde me encuentro, aparezca una ola que superior a las demás, rompe contra las rocas inferiores, salpicándome. Lo inexplicable para mí es que es una sola, no vuelve a repetirse y se produce bajando la marea, lo que para aquellos que conozcan la mar, de forma lógica, no tiene mucha explicación.

Hoy ha vuelto a hacerlo y claro, la pregunta seria…¿que estaba planteando o pidiendo en ese momento?. No….por supuesto, no se lo voy a contar, pero confieso que me impresiona.

Si que puedo contar, que mis pensamientos estaban con la idea de lo que consideramos confluencias de la naturaleza para justificar una situación o motivar un futuro, o lo que es lo mismo, «predestinación». Claro que no sé a que parte ha contestado y por tanto me resulta difícil entender la respuesta. Habrá sido sí, o no y a qué.

No sé ciertamente que debo concluir de todo esto, pero sí que me he dado cuenta de algo que hasta ese momento no me había percatado. Mi madre decía que yo era como un cascabel y ahora me siento una persona «triste».

He podido captar una imagen, que un día pensé podría producirse en un futuro, pero no sé si Yemaya tendrá capacidad para hacerlo posible.

 

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