Saliendo del hospital

Ciertamente resulta sorprendente como pasa el tiempo y por fin llega lo esperado, el alta médica del hospital. El momento, resulta algo agridulce, pues se mezclan distintas sensaciones que van desde la incomprensión de todo lo sucedido, hasta la satisfacción por no haber sido más que eso y no más.

No es fácil adaptar la nueva vida, cuando realmente llevas en tu cuerpo más de veinticinco puntos, y la evidencia de que no todos ellos han cerrado, lo que hace que la herida quirúrgica, siga refluyendo y la mente se pone en modo analítico profesional, intentando conjeturar el porqué de toda esta situación. Analizas, analizas y vuelves a analizar cada uno de los pasos y situaciones que se han ido produciendo, hasta llegar a conclusiones.

Con la sombra permanente de la duda, las elucubraciones llegan a un término en el que ya no hay dudas, se trata de una explicación que justifica cada uno de los pasos y situaciones que se han dado y que han complicado sobremanera el proceso: «tengo rechazo al material de catgut».

Cuando todo va y termina en el mismo punto, resulta muy difícil rebatir las consecuencias, y es por lo que una vez llegado a esa situación, intentas poner remedios que no deshagan lo andado pero justifiquen actuaciones que permitan facilitar la consecución y término del proceso de curación.

Bueno, ahora y tras varias decisiones y actuaciones, parece que esto va adelante, se está cerrando el punto pendiente, y «muerto el perro…», osea retirados todos los puntos, incluidos los de catgut externos que seguian produciendo rechazo, espero que en pocos días más, pueda escribir sobre mi curación completa del proceso.

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