La idea era nueva, pero las circunstancias no. Nunca se atrevió a compensar la soledad con la añoranza porque la conjunción de dos trampas siempre conlleva a la derrota de la propia intimidad y el recurso de la huida como resarcimiento que nunca compensa la propia idoneidad del ánimo descompuesto. La controversia de seguir sintiendo y seguir deseando, con la certeza de la confrontación interna ante la falta del deseo de continuar con algo, que pudo ser pero que nunca dejó tantas huellas ácidas, como las que deja la distancia…
