Platón es a «La República» lo que Aristóteles a «La Política»

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Aristocles Platón

De nombre Aristocles, nace el año 428 a. JC y muere a los 81 años (347 a. JC). A pesar de su estilo espiritualista, quiso hacer un ensayo de corte comunista que desarrollo en su obra «La República», con la pretensión de armonizar el principio de igualdad entre los hombre libres, excluyendo a los esclavos, a quienes obliga servir a los anteriores, que divide en tres categorías: en la primera incluye a los Magistrados y Filósofos; en la segunda a los guerreros, que cuantifica exactamente en mil; y en la tercera, a los artesanos, a los mercaderes, a los mercenarios y a los labradores. A todos estos les permite la propiedad privada, pero les niega su intervención en la política.

Por el contrario, los ciudadanos de primera y segunda clase, pueden intervenir en la política, pero para evitar la tentación de que pudiesen tiranizar a sus inferiores por ambición, les prohíbe la posesión de propiedades privadas, asumiendo el Estado, la alimentación y el sostenimiento de todos ellos. Con todo ello pretende perfilar de alguna manera su idea de la «igualdad».

Con la plena convicción de que el matrimonio era el mayor obstáculo para desarrollar su sistema, propone la abolición del matrimonio estable, para sustituirlo por uniones temporales entre parejas de la misma edad, llevadas a cabo mediante sorteo, sin embargo el azar, podía sustituirse por la decisión de los Magistrados, con el patriótico fin de conseguir una descendencia más sana y robusta, con esta misma idea, las futuras madres de más de cuarenta años, debían de abortar para evitar frutos débiles.

La descendencia habida fuera de las uniones matrimoniales, así como los hijos mal-formados eran sentenciados a la muerte, el resto ya considerados aptos para servir con eficacia a la sociedad, eran depositados en asilos comunes sostenidos por el Estado, una vez allí, los que se consideraban rebeldes, podían llegar, incluso, a ser sacrificados. A las mujeres se las preparaba, mediante duros ejercicios, para prepararlas para su intervención en las guerras y a su vez, para confirmar su deseo, de que sus hijos fuesen más vigorosos.

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Aristóteles

Aristóteles, en su obra «La Política»,  atacó duramente los ideales comunistas de Platón, dando unos razonamientos que sin duda debieron de influir en el ánimo de éste, pues poco tiempo después escribió su segunda obra sobre el tema, titulada «El Libro de las Leyes», que, como la anterior, más que una crónica de derechos, era un tratado de obligaciones; en él, ya es admitida la propiedad privada y la familia y basándose en la agrupación de las personas y en la existencia de la esclavitud, propone la formación de comunidades en cuantía unificada de 45.000 ciudadanos. Para cumplir este objetivo numérico, si se excedía, quedaría prohibía la procreación, pero en caso contrario, si el censo disminuía, se estimularía la procreación.

La tierra era distribuida en porciones iguales y para que no pudieran ser divididas, a la muerte del propietario debía de pasar la propiedad al miembro de la familia que este designase.

A pesar de todo, vuelve a insistir en la vida en común y en que las mujeres sean adiestradas para la guerra. Sostiene el criterio de abolir el oro y la plata y deja el exclusivo ejercicio del comercio y la industria en manos de los esclavos, pues considera vil, su ejercicio por las clases superiores.

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Dionisio El Viejo

Corría el año 391 a JC., cuando, deslumbrado por tanta literatura teórica, «Dionisio El Viejo» que ejercía su tiranía en la Isla de Siracusa, invita a Platón para que ponga en práctica sus teorías, en la Isla bajo su dominio. Los resultados de este ensayo fueron tan desastrosos, que el propio tirano lo mandó encarcelar, con el propósito de venderlo como esclavo, Platón pudo salvarse de tal destino, merced a la intervención de au amigo Aniceres, que consiguió rescatarlo de la mazmorra en la que se encontraba retenido y con él pudo volver a Atenas. Transcurridos veintidós años, ya relevado Dionisio el Viejo, por su hijo y también tirano, llamado «Dionisio El Joven» éste vuelve a invitar Platón, con la misma finalidad que su padre; no escarmentado por la primera experiencia, Platón vuelve a la Isla de Siracusa, y por segunda vez, vuelve a fracasar en sus proyectos, pero esta vez su fracaso ya es considerado como una auténtica hecatombe.

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Sila

El comunismo antiguo, solo aparece en Grecia y tuvo dos géneros de manifestaciones, una práctica en Creta y Esparta, y otra idealista y más filosófica, con el sistema de Platón en Atenas. Pasarían casi dos mil años, sin que nadie vuelva a ocuparse del comunismo, pues sería el Siglo XVI, cuando de nuevo aparecen dos nuevas manifestaciones, una practica y otra literaria, como más tarde veremos, pero no por ello cesan toda clase de corruptelas, excesos, desmanes y masacres, fundamentadas básicamente en las ideas y propagandas emitidas en años anteriores por las corrientes ideológicas de los ya descritos y para ello tan solo fijarnos en algunos de ellos, tal como lo que podemos apreciar en la República Romana y dentro de las muchas modalidades políticas que se ejercieron podemos detenernos en conocer algo al respecto de un personaje crucial en cuanto al tema que nos ocupa, Lucio Cornelio Sila. (138 a 78 a JC.).

Pasaba ya la treintena, cuando fue nombrado Cuestor (Magistrado de la antigua Roma que se encargaba de la administración del erario público y de la recaudación de impuestos), siendo destinado a África en compañía de su amigo Mario. Al principio combatieron juntos y ganaron varias batallas en Yugurta y Narbona, pero surgidas las desvanecías entre ellos, Sila pasó a combatir al lado de Cátulo.

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Mario

Sila, de regreso a Roma, es nombrado Pretor (Magistrado de la antigua Roma, inferior al cónsul, que ejercía jurisdicción en esta ciudad o en las provincias. «los pretores se encargaban de la administración de la justicia) y destinado a Sicilia, en cuya campaña consigue tales éxitos, que es ascendido a Cónsul y un año más tarde, en el 87 a JC., se le nombra General del Ejército de Asia; toma posesión de su nuevo cargo y pone sitio a Atenas durante un año, agotados sus habitantes por el hambre y las fatigas, Sila les obliga a rendirse sin condiciones, y entra en la ciudad a sangre y espada, cometiendo toda clase de atrocidades y castigos, ensañándose con los heroicos defensores, trato que fue dando a cuantos osaban enfrentarse a sus tropas, dando muerte a los más destacados y vendiendo como esclavos al resto.

Aprovechando la ausencia de Sila, su antiguo amigo Mario, se apoderó de Roma y a su muerte relevado por Cinna, que también fallece en el año 84 a JC. precisamente el año en que Sila regresa a Roma para someterla a sus dictados, cosa que consigue al salir victorioso en la batalla de Campania. De esta forma queda como dueño absoluto de la República, logrando, tras una laboriosa campaña política, que se le conceda y reconozca el título de Dictador. Con la más alta autoridad en su mano, arremete contra todo aquel que él consideraba su enemigo y dando rienda suelta a su exacerbada crueldad, organizó el crimen en masa como sistema propio de su gobierno. Su método consistía en hacer una lista con los nombres de los que consideraba enemigos y la fijaba en las paredes del Foro, para que sus «justicieros» actuasen de inmediato dando muerte a los sentenciados, allí donde estuviesen, bien en su propia casa o en la calle.

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Cátulo

No solo Sila se beneficiaba de este sistema, pues también era aprovechado por sus amigos y adeptos, los cuales añadían en ellas a las personas que querían eliminar, bien para apoderarse de sus bienes o cualquier otro motivo, amasando así grandes fortunas.

Cuando consideraron agotadas las fortunas en Roma, extendieron el procedimiento al resto de la República, muy especialmente en aquellas ciudades que más se habían distinguido por su rebeldía, las cuales, además, fueron arrasadas, devastadas y entregadas al libre albedrío de sus hordas.

Bastaron cuatro años para que este despiadado tirano, mereciese pasar a los anales de la Historia, como el más cruel y sanguinario de los caudillos conocidos hasta aquellos tiempos.

Cuatro siglos más tarde, aparece un nuevo personaje en la historia que lo emuló, colmando de exterminio todo suelo que pisaba, Atila y con él da comienzo toda una era en la que Oriente se resarce de las antiguas y humillantes invasiones de Occidente.

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