La máquina de vapor, la revolución industrial y el movimiento social

Thomas Savery (1650-1715) fue un mecánico e inventor inglés que desarrolló una máquina de vapor que en su época constituyó un gran avance en la industria minera. Sobre el diseño de Savery, Thomas Newcomen desarrolla una máquina de vapor atmosférica (1712), asesorado por Robert Hooke, físico, y John Calley, mecánico. 

A raíz de esos desarrollos,  James Watt desarrolla una máquina de vapor, cuyo abanico de implicaciones resulta poco menos que ilimitado y de esa forma se convierte en el precursor de la industrialización y el inicio de un nuevo estilo de consumo lo que implica de forma directa un cambio social sustancial, el mayor que ha sufrido hasta el momento la Humanidad. La máquina de vapor resulta ser un adelanto que permitirá avanzar en todas las áreas de la economía, pero también representa por su afectación social la provocadora de los mayores movimientos revolucionarios, en respuesta a la sustitución que se produce respecto a la mano de obra.

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James Watt

La máquina que sustituye al artesano, demandará el anticipo de grandes sumas de dinero, para dotar de ellas a la nueva industria, que, aparentemente, aparta de su puesto de trabajo, al antiguo manufacturero. Por tratarse de una economía hasta entonces desconocida y con resultados inciertos, dio lugar a que el capitalista, receloso del resultado de sus inversiones, aprovechase las circunstancias para conseguir los mejores rendimientos, pero por otra parte, el ciclo de acoplamiento de los trabajadores al nuevo sistema, dio lugar al paro de los braceros y como consecuencia a situaciones de verdadera angustia, aumentada y violentada, por las enormes desigualdades producidas entre la clase trabajadora y los dueños del capital.

Esta injusta situación, dio lugar a la aparición de las más diversas doctrinas sociales, todas coincidentes en la necesidad de extirpar y sustituir aquel régimen de desigualdades, privilegios, monopolios y de abusos intolerantes, que tanto daño causaba, no solo a la clase trabajadora, sino a la propia sociedad en general.

Ante estas circunstancias, aparecen en escena multitud de filósofos, literatos y sociólogos, cada uno con su peculiar criterio, de los que, entre ellos, cabe citar a:

Adam Smith. (1723 a 1790). Bajo la tesis de que «el trabajo es el principio generador de toda riqueza», analizó la división del trabajo, defendió el libre comercio y atacó con dureza a los monopolios y privilegios. Fue fundador de la economía política como ciencia independiente y con su obra «La Riqueza de las Naciones», el más importante estudio económico que se había realizado, influyó de forma decisiva, en el desarrollo de la economía.

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Jean-Jacques Rousseau

Jean J. Rousseau. (1712 a 1778). Autor del «Contrato Social» basa sus tesis, en el principio de que la voluntad del Pueblo, es el origen de la soberanía y de las leyes, y por consiguiente los regentes, son meros delegados del Pueblo a quienes este puede separar cuando le interese. Somete la legislación a la aprobación por Asambleas populares, y defiende la más absoluta igualdad entre los hombres, proponiendo repartir las riquezas generadas, mediante un impuesto progresivo, cuyo proyecto fue aceptado, por casi todos los avanzados del socialismo de aquellos tiempos.

Claude H. Sant-Simón. (1760 a 1825). Pertenecía a la Aristocracia francesa y a él se debe la celebre premisa, «A cada cual según su capacidad, a cada capacidad según sus obras» de la que es muy posible, surgiese la del socialismo marxista, «De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo». Asignaba al Estado, la propiedad y distribución de todos los bienes terrenales y por consiguiente, anulaba todo derecho a la herencia. Tal fue el impacto de sus teorías del «nuevo cristianismo», que algunos de sus adeptos, pretendieron fundar un cisma religioso, con sus ritos y jerarquías propias.

Esteban Cabet. (1788 a 1856). Inspirado en las teorías de R. Owen, del que era un fiel seguidor, escribió su obra «Viaje a Icaria» en cuya isla imaginaria, desarrolla la vida de una población en régimen comunitario, a la que ofrece: «lo necesario, lo útil y lo agradable»Profundamente convencido de la viabilidad de sus propuestas, marchó a Estados Unidos y fundó varias colonias, fracasando una tras otra. Su última fundación, fue en Nauvoo (Illinois) de la que se hizo proclamar dictador, pero los colonos, cansados de tantas arbitrariedades, lo expulsaron de la comunidad y al poco tiempo falleció, decepcionado de tanto fracaso.

Robert Owen. (1771 a 1858). Adquirió una fábrica de tejidos en Manchester y tras profundos estudios, tanto administrativos como económicos y operativos, fué él mismo quien levantó los planos para dar una mayor funcionalidad a todo el movimiento interno y por consiguiente mejorar la productividad. Filántropo donde los haya, se anticipó en más de dos generaciones, a las mejoras sociales de los trabajadores, estableciendo para los suyos, la jornada de diez horas, seguro de enfermedad y vejez, escuelas y guarderías para los hijos, viviendas para todos, y una Caja de Ahorros interna. Obsesionado con la idea, muy arraigada en los socialistas de aquellos tiempos, de que la moneda era la portadora de todos los males, creó la suya propia, cuyo contravalor era la hora de trabajo.

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Robert Owen

Lo novedoso de esta Empresa, causó la admiración de muchos, el recelo de otros y la notoriedad entre todos, por eso su fracaso dio lugar a que surgieran por doquier comentarios de todo signo; para los que objetaban sus teorías, el fracaso se debió fundamentalmente según dos criterios.

  1. Sus productos tenían que ser más caros, debido a la carga social añadida, de la que la competencia estaba exenta.
  2. El rechazo de una moneda con contravalor estatal, aplicando otra distinta que obviamente tenía un contravalor incierto, daba lugar a que cuando sus trabajadores compraban en el exterior, se cotizase a la baja, con lo que los ajenos podían comprar mercancías de valor en sus almacenes a muy bajo precio.

Sin embargo para Engels, sintetizó el fracaso de Owen en una única cuestión: hacer Owen públicas sus ideas comunistas, como la anulación de la propiedad privada, el matrimonio y la religión.

Pierre-Josep Proudhon. (1809 a 1865). Autor, entre otras, de la obra «Filosofía de la miseria», fue uno de los primeros en usar el término «anarquismo», pero no como sinónimo de desorden, sino en el sentido más romántico de la organización social. Admitía la propiedad, pero sin usura, por considerar a ésta, el escollo, para universalizar aquella. Creo la «Banca del Pueblo» en la que todos sus miembros podían adquirir toda clase de productos por el procedimiento del trueque y por tanto sin mediar moneda. Además, pretendía organizar el trabajo tanto agrícola como industrial, aplicando nuevos procedimientos, pero fracaso en sus intentos.

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Karl Marx

Proudhon y Marx fueron irreconciliables enemigos, hasta el punto de que Marx escribió «Miseria de la Filosofía», para atacar a Proudhon por lo dicho en su obra contrapuesta.

Carlos Enrique Marx. (1818 a 1883). Nacido en Tréveris (Prusia) y a los diecisiete años se traslada a Bonn, donde inicio los estudios de Derecho, que concilio con los de Historia, y Literatura, además de traducir el inglés y el italiano. Al poco traslada su residencia a Berlín, donde decide acometer los estudios de Filosofía, en los que se doctora en el año l841, o sea a los veintitrés años de edad, dando muestras de su gran capacidad intelectual, pues en solo seis años, inicia Derecho, da comienzo a su larga obra literaria, estudia las más diversas materias y se doctora en Filosofía.

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Friedrich Engels

Docente por vocación, intuye muchas barreras en esta profesión surgidas de la expresión de sus ideas, por lo que, decide inclinarse por el periodismo, ingresando en ese mismo año 1841, en la «Gaceta Renana» de la que es nombrado Redactor Jefe, al año siguiente. En el año 1843, ante las insistentes amenazas de la censura, regresa a París, donde establece relación con, Heins, Bakunin, Proudhon y Cabet, y además, con el que llegaría a ser su mejor amigo y colaborador, Friedrich Engels.

Corría el año 1845, cuando a instancias del gobierno prusiano, es expulsado de París y se traslada a Bruselas, colaborando en la fundación de la «Asociación Alemana de Trabajadores». A finales del año 1847, se traslada a Londres, junto con su amigo Engels, para fundar la «Liga Comunista». Celebrado el Primer Congreso del Partido, reciben ambos el encargo de redactar el «Manifiesto Comunista», trabajo que llevan a cabo entre Diciembre de 1847 y Enero de 1848, sirviéndoles de base, los «Principios del Comunismo», que dos meses antes había redactado por separado F. Engels.

En 1848, de nuevo vuelve a Alemania para ponerse al frente de la «Nueva Gaceta Renana», en la que continua su lucha por la revolución, pero al año siguiente se ordena el cierre del periódico y Marx, sometido a juicio aunque absuelto, es obligado al exilio, al negarse le la ciudadanía prusiana. Decididamente se traslada a Londres donde fija su residencia y donde ya pasaría el resto de su vida, por cierto, nada cómoda, pues habría de experimentar en su propia persona y en su familia, la más penosa de las penurias, solo superada gracias al heroísmo de su mujer y en la medida que puede, con su colaboración con el periódico «Nuew-York Tribune» e incluso, en más de una ocasión, con la generosa ayuda de su buen amigo Engels.

En 1864, colabora en la fundación de la «Asociación Internacional de Trabajadores» de la que fue nombrado Jefe, hasta que en 1872, trasladó dicha Asociación a la Ciudad de Nueva-York, para dar fin a la violenta oposición de Bakunin, pues debido a que desde 1870, su salud empezaba a ser precaria, cada día soportaba menos las desavenencias con su colega. Con este motivo abandona la política para dedicarse de lleno a su obra literaria, y después de una progresivo empeoramiento, fallece en los principios del año 1883, dejando tras de si, una ingente obra tan debatida como transcendental, pues es la única que ha llegado hasta nuestros días; de entre sus obras cabe citar, además de sus cartas y escritos sueltos, «El Manifiesto Comunista», El Capital», «Salario Precio y Ganancia», «Critica al Programa de Gotha» etc…

Sus tesis más importantes son: La Teoría del Valor; La Doctrina de la Plus-Valía; y la Dictadura del Proletario, ésta como etapa de transición, pues él mismo denomina como «socialismo«, del período que media entre la derrota del sistema capitalista y el umbral del régimen comunista.

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