El Tribunal Supremo confirma lo que vienen diciendo algunas opiniones políticas denostadas por no coincidir con las tendencias admitidas. Ante la Ley, pese a lo que dice la Constitución, los españoles no somos iguales. En esencia, si eres hombre, se presume que eres delincuente y por lo mismo, te llevas el doble de pena.
Y todos los periódicos y titulares de los noticiarios de la televisión, aceptan y entienden que el Tribunal Supremo, dé una muestra de lo que estamos haciendo con nuestra sociedad. Básicamente, se ha estigmatizado el tema de tal modo, que se sobreentiende que si eres hombre, eres un presunto delincuente en cuanto a violencia de género se enciende.
Somos un país con una legislación exhaustiva y comprensiva de cualquier tipo de materia, salvo las que realmente se necesitan, pero eso es otra cuestión. Legislamos y legislamos, pero después nos atenemos más a las costumbres, a los hábitos adquiridos, a las tendencias sustanciadas en una sociedad repleta de presunciones en la que se ha instaurado de forma progresiva la justicia retransmitida. En la actualidad, toda la sociedad, aparente, gracias a dios, esto es, la que se manifiesta y tiene tiempo de salir a las calles, es la que marca las tendencias y criterios para interpretar las leyes y los tribunales ya cuentan poco si no es para refrendar esos criterios, lo que hace que parezca que hemos entrado en un «gran hermano» o un «sálvame» en el que no cuenta la cultura o las tendencias de las gentes que no participan en esas manifestaciones constantes de gentes, que no dudo expresan sus criterios, pero que no representan más que a una ínfima parte de la clase social.
Pero de repente, la clase social informante, se sorprende de que aparezcan criterios, que dislocan sus más profundos estudios de lo que llaman sociedad y no entienden que de repente, aparezcan cuatrocientas mil personas, con edad para votar, provenientes de las mas variadas esferas sociales y políticas, que de forma muy probable, no salieron a manifestarse en ninguna de las múltiples multi-causas y voten a un partido que simplemente expresa lo que en su más íntimo creer.
Después, como pudieron hacer partidos crecientes en su momento, tales como ciudadanos o podemos, sus dirigentes, embebidos de una soberbia emanada de los votos que ahí los han colocado, comienzan a disparatar sus iniciales propuestas, pensando que los extremos que plantearon, son pocos, respecto de lo que los votantes deseaban.
Y en ese momento, llega el Tribunal Supremo y nos dice a todos los españoles, sí, eso que están diciendo, es verdad, si interpretamos la Ley, tal como la han planteado: «los españoles no son iguales ante la Ley, si se trata de violencia, el hombre siempre cometerá un delito y la mujer una falta» y cuando menos, resulta preocupante, porque como en todo, se comienza por entender y aceptar esas diferencias, se confunde la cantidad con la calidad y se termina entendiendo que las razas son inferiores o las religiones hacen superiores a unos frente a otros humanos.
Crean supremacías por Ley, no es cosa nueva, aceptarlas porque están de moda, nos devuelve a otras épocas pasadas, que por estar en el siglo predecesor, no dejan de tener importancia, al igual que las distintas situaciones en las que nos hemos visto a lo largo de la historia, tal como he podido reflejar en la serie «demarquía».
Reconozco que no. No me gusta que existan variaciones de consideración, aunque se trate de causas justas. Creo que la justicia no está en proteger a las mujeres, que también, pero no comparto que para combatir la violencia de género, se tenga que hablar exclusivamente de proteger a las mujeres, que también, pero no comprendo que se tenga que dejar de hablar de la prisión permanente revisable, o más allá. Será que no soy muy moderno, pero resulta evidente cuando menos, que la prisión, en demasiados casos, no resulta re-habilitadora y no veo lineas de trabajo para ver que se hace con esas personas que no aceptan la rehabilitación, pues que la sociedad deba aceptarlas de nuevo, para que de forma reiterativa vuelvan a delinquir, no resulta comprensible, al menos para mí.
Al menos o que me ha dejado claro este tema, es que la sociedad, no es ni mucho menos, esa manada de borregos que muchos de los políticos o informadores y comentaristas de radio y televisión creen que somos. La sociedad piensa mucho más allá de lo que se creen y tarda en reaccionar, pero lo hace.
