Seguimos con nuestro orgullo colonial. No hemos conseguido, pese al paso del tiempo, sobreponernos a la idea de que lo hicimos mal, muy mal en nuestras colonias de ultramar, y seguimos empeñados en no entender que las gentes, en su idea de la supervivencia, necesitan saber que están trabajando en su día a día por un entorno donde los beneficios no vayan a otras partes que no sean las suyas propias.
Ayer, viendo la entrevista que Jordi Evole le realizaba a Nicolas Maduro, pude ver, en mi apreciación, la persistencia de la sobre-potencia que inunda nuestro ego nacional español cuando interesa. Vaya de antemano, que personalmente, mis apetencias y creencias políticas se encuentran en la mas rotunda equidistancia de las de Maduro, pero en ellas si que tengo claro que la idea de democracia no está en la consecuencia de entender que solo la forma en que yo pienso, lo es.
Democracia es para mí, y debo decir que para muchos, muchísimas personas de las que vamos a votar cada cuatro años, el entender que el resultado de lo que sale en las urnas, aceptando que no ha existido «pucherazo» en ellas, es lo que debe configurar la forma de entender la política en los siguientes años y ciertamente, en los últimos meses hemos tenido muestras de que las tendencias televisivas y socio-culturales de las redes, se van imponiendo a lo que las urnas deciden.
Es incomprensible que tras unas votaciones,´como las que hemos tenido en Andalucía, pueda aceptarse como parte de la democracia una manifestación pública en contra de los que han podido votar a una opción, tildándolos de anti demócratas o fascistas e incluso proponer la idea de ilegalizar a un determinado partido, mientras se entiende que partidos que intentan mancillar esa democracia a través de la ruptura nacional, son los realmente demócratas..
De igual modo no entiendo como, si tras varias votaciones en las que la lupa internacional no ha podido demostrar «pucherazo» alguno, se sigue entendiendo que por que no nos gusta la opción que actualmente gobierna Venezuela tildamos de dictadura al gobierno de ese país, apoyando incluso la toma de medidas coercitivas tan contundentes como las que se están avalando, que incluyen incluso la fuerza, mientras en otros estados, con muy similar corte político y gubernamental, como pueden serlo Cuba o Rusia, pongo por ejemplo, se respetan e incluso se comercia con ellos.
Resulta claro que estamos viviendo una transformación socio-política mundial en la que la economía de mercado tiene una enorme influencia, pero me niego a pensar que estamos entrando en el pronosticado, «mundo feliz» de Aldous Huxley .
Entiendo que históricamente, las revoluciones siempre han tenido algo de románticas y siempre han sido precedidas y acompañadas de ilusiones vanas en las que lo que se dice no es lo que se pretende y el pueblo siempre resulta el sufridor, pero no se si debemos aceptar como válida la incursión e intromisión, incluida la fuerza, para desbaratar una idea, por muy lejana a lo que pretendemos otros muchos. En esencia debería entenderse que la democracia debería incluir cualquier forma de pensar, aceptando el riesgo que eso supone de entender una forma de gobierno como válida, por disparatada que pueda parecer, si la mayoría entiende que así debe serlo.
Nuestra idea del colonialismos nos lleva a no ver nuestra viga, aunque solo sea por no entender como alguien que ha llegado a ser presidente, por el apoyo de terroristas, independentistas y comunistas disfrazados, que ni siquiera formaba parte de los diputados electos de su propio partido, a tenor incluso de esos mismos compañeros de escaños, no fueron los que le secundaron en sus primitivos propósitos, lo que les lleva a seguir sus pasos simplemente por disciplina de partido, se encuentre ahora dando consejos a un presidente de otro estado, que tiene una constitución, claramente distinta a la nuestra, en la que la elección del presidente es independiente de la del congreso y de la última, ese Presidente, salió plenamente ganador por el 68% del sufragio.
Parece que nuestro sistema, que adolece de esa facultad, puesto que nuestro Jefe de Estado no se escoge, crea una idea que en ocasiones resulta incluso atractiva, por lo que estamos viendo, respecto a identificar la presidencia del gobierno con cierta tendencia a asimilarla con la misma Jefatura del Estado.
Incongruente, ciertamente tras ver y analizar lo que está pasando, me resulta absolutamente incongruente, pero además forma parte del escenario que se está provocando, que incluso, desde lo mas esencial de los conceptos que confluyen en democracia, hacen del personaje un mártir de su propia causa. Dicho de otro modo, me da la impresión de que como nunca la verdad resulta absoluta y completa, estos desmanes, emanados de falsos conceptos demócratas, hacen que un personaje, determinantemente falto de democracia, incluso pueda justificarse en sus desmanes. Los dicho, incongruente e inaudito.
