Cualquier principiante de epidemiología o prevención sabe, que cuando una población se encuentra con un problema de dispersión infectiva, lo más importante no está en sanar a los infectados enfermos, sino en detectar los infectados contagiados.
Es tan simple como eso. Y cuando la pandemia es tan agresiva, que incluso ni siquiera disponemos de medios farmacológicos para evitarla o tratarla, esa afirmación, se convierte en algo prioritario y esencial, puesto que el aislamiento de estas personas, para evitar que contagien a otros la enfermedad está por encima del propio tratamiento.
Lo más lamentable es que el Gobierno, según leo, sigue en la terquedad de seguir prefiriendo mantener a la gente en cuarentena, prohibiendo la realización de test, a la población, sin ver que mientras esto no suceda será imposible controlar la situación.
Según los investigadores chinos, el 78% de los infectados por COVID 19, son asintomáticos, pero contagian el virus, de ahí la importancia de su detección temprana. El confinamiento es correcto, si se usa para mantener a la población geo-localizada y por tanto de fácil acceso para su localización y realización de test y pruebas diagnósticas, antes de que contagien o sean contagiados por otros.
La detección de las personas que están contagiadas, muestren síntomas de su padecimiento o no, es absolutamente imprescindible e incuestionable. No se trata de una urgencia, se trata de una emergencia, al igual que la detección de los que hasta el momento se encuentran exentos de contagio.
Resulta, absolutamente imposible, desde un punto de vista científico, poder establecer ninguna pauta de tratamiento de la situación, si no se dispone del mapa que configuran estos tres grupos de población, enfermos, contagiados y sanos.

Estos días se vierten a las páginas impresas y web, miles de noticias, la mayoría sin fundamento, pero en gran parte con buena intención, supongo, y en principio es lo que se podría esperar de la cúpula gubernamental que nos dirige, pero a la vista de los ya treinta días transcurridos desde que nos confinaron a todos, las decisiones que en este tiempo se han tomado, las inacciones que se han producido, los abusos laborales que se han producido en aras a proteger «el bien común de la salud», es hora de entender que «no todo vale», y máxime cuando los resultados son en la realidad, muy inferiores a los que se pudieron pensar o vaticinar, precisamente por la gestión y toma de decisiones concretas que se han tomado, de un calado tan frustrante.

No entiendo como alguien puede decir, como se oyó el otro día en el Parlamento: «..a toro pasado, todo el mundo es Manolete«, pues ni ha pasado el toro, que lo seguimos teniendo, derrotando a diestro y siniestro, y ni siquiera estamos a salvo los que lo estamos viendo desde la barrera del confinamiento.
Estamos viviendo con la paradoja de que estamos confinados, pero seguimos prácticamente con el mismo riesgo, como se puede dar respuesta a este simple axioma.
Aunque no lo parezca, la respuesta es fácil. Un confinamiento, desde el punto de vista epidemológico, propuesto en los primeros momentos de una situación de epidemia, y mucho más si se trata de pandemia, es adecuado y correcto. Esto daría cobertura a los primeros quince días de confinamiento, pero la justificación del mismo, donde está, pues precisamente en poder utilizar ese tiempo, para determinar, donde están los focos de infección y propagación, donde los riesgos de contagio, etc…; el Dr. Simón, al que tanto hemos visto por TV, dándonos noticias cada día, no se si ha aprendido algo del tiempo que ha estado por ese tercer mundo, tratando epidemias de incluso mayor riesgo y peor pronóstico, pero aquí, deberá reconocer en su momento, que no ha sabido aplicar lo aprendido en el contexto de poblaciones de pequeño tamaño, que por naturaleza cultural, viven en confinamientos, aunque con una higiene inferior, pero si con una geo-localización más disponible.
La pregunta fácil está ahí: «por que el Dr. Simón, con lo que sabe, ha contraído el COVID 19«. no podemos seguir entendiendo que esta pregunta es para después, cuando todo pase, que esta pregunta debe hacerse cuando todo esté controlado, que es entonces cuando se podrán pedir respuestas y responsabilidades, porque mientras tanto, cada día, «cientos de personas mueren«, se infecta y se seguirán infectando, mientras no sepamos quien es «contagiador» y quien no.
La pregunta sigue entonces siendo la misma: ¿Debemos conocer a la población que tiene el virus y lo puede contagiar?, y la respuesta no es distinta, y fácil: «realizar pruebas (test) hasta la saciedad».
Voy a decir algo que puede ofender a las mentes farisaicas, pero más hubiera valido utilizar el dinero invertido en respiradores, en test para el estudio de toda la población. Y ahora vendrá el «rasgarse la vestiduras», que seguro dirán, «como dejar a los enfermos morirse por falta de respiradores, inaceptable…, «, ya, pero por hacerlo en la forma en la que se ha hecho, esos quince primeros días de confinamiento, que debieron servir para detectar en la población a todos los portadores del virus, se usaron para conseguir respiradores que no se obtuvieron y que provocó que en los hospitales, se debiera tomar la decisión de cribar a los enfermos merecedores de su servicio, negándoselo y sedando a los considerados irrecuperables, espero que cuando pase esto, no se pongan pegas a la ley de eutanasia voluntaria.
Hoy a día 12 de abril, finaliza la segunda prórroga, tenemos anunciada la tercera, y seguimos sin saber quien contagia. Es decir, dejamos salir a la calle a gente, pasa sacar al perro a hacer sus necesidades, pero no sabemos si contagia, dejamos salir a comprar a una persona por familia, pero seguimos sin saber si contagia. Dejamos al personal sanitario y asistencial a domicilio que realiza visitas con su propia ropa y con los déficit de EPI’s, como todos sabemos ( ahora parece que ya les han provisto de equipos para hacer visitas), pero no sabemos si contagia, vamos a ver como termina esto, por la mala gestión, científica al menos, del tema.
