Venecia es una ciudad situada al noreste de Italia en la que su centro histórico fué declarado “Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO” en el año 2015. Se trata de un conjunto de 18 islas situadas al norte del Mar Adriático.
La primera visita en Venecia, será un paseo en el Vaporetto, por el Gran Canal que divide a la isla en dos partes y dispone de tres puentes para su comunicación peatonal, el Puente la la Academ, el de Los Descalzos y el principal de Rialto.
En este paseo se puede contemplar ya el esplendor de toda su arquitectura, principalmente del Renacimiento, con un apogeo en el siglo XVIII y XIX.

La segunda visita la realizamos a la Plaza y Basílica de San Marcos, terminada en el año 83, en ella se guardan las reliquias traídas desde Alejandría, de San Marcos Evangelista. Inicialmente fué de planta en cruz griega con cúpula sobre crucero y 5 brazos con cúpulas. Se incendió en el año 975 y fué restaurada en el siglo XI. Está repleta de belleza, riqueza e incongruencias debido a que la Ley de la República Veneciana imponía un tributo a los mercaderes afortunados consistente en la aportación de regalos para embellecerla. Junto al Palacio Ducal se comunica con él por un vía subterránea, ya que era la capilla del Duque.
No podemos irnos de Venecia sin haber hecho un paseo en góndola a través de las decenas de canales que descomponen la isla en cientos de pequeños barrios, con nobles casas cuyas entradas se encuentran en un frente peatonal, pero también disponen de un acceso posterior con portales que dan al canal. Solo contemplar la habilidad y destreza de los gondoleros manejando sus embarcaciones por tan estrechas comunicaciones es digno de ver, porque, no son baratos, pero para una vez que se está ahí, merece la pena.
La cuarta ruta será por los alrededores de la Plaza de San Marcos, lo haremos a través de sus calles y numerosos puentes que permiten su intercomunicación peatonal, llegando a poder apreciar las numerosas particularidades y bellezas de sus calles y casas para terminar cruzando por el puente de Rialto para, de ese modo, alcanzar la zona del mercado y del barrio judio. Como sucedía en todas las ciudades en esos tiempos, el barrio judio mantenía alejados de la zona cristiana, en getos, a los profesantes de esta religión y se encontraba habitualmente en zonas apartadas de la ciudad.
